Sobre este blog y La lata de atún

Le debo una disculpa al ocasional lector por la poca actividad reciente en este blog. Acaso intenté encubrirla con tres párrafos sobre el fallecimiento de García Márquez. Sé que no ha sido suficiente.

La razón está vinculada a actividades creativas: he pasado los últimos días preparando material para publicación. También se suma la sorpresa de verme colaborando para la conocida revista Newsweek. Esto se lo debo a Joel Aguirre, Director Editorial, que me invitó a participar argumentando que en mi pluma podría anidar algún posible talento. Ustedes pueden consultar el primer texto aquí; el tema era obligado.

Por otra parte me gustaría comentarles que, pese a la humilde cantidad de entradas, este blog —que alcanza los cuatro meses de existencia— ha triplicado sus visitantes durante las últimas semanas. La entrada más popular sigue siendo la dura pero argumentada crítica sobre Elena Poniatowska, que pueden consultar aquí.

También he estado esperando una intervención divina porque estas tarjetas de crédito ya no se pagan con la voluntad del hombre. Todo esto me ha mantenido ocupado.

Pero les traigo una pequeñísima muestra del trabajo conjunto que estoy realizando con la ilustradora y artista gráfica MaJolote. Ella se encargará de ilustrar una selección de algunos ejercicios literarios y, si todo avanza a buen ritmo, planearemos algo en grande.

La lata de atún

majoatunsolo

La lata de atún se levantó de la mesa, arrogante como sólo los alimentos conservados, dio un par de pasos mirando a la concurrencia. Repasaba mentalmente sus siguientes palabras, pues tendrían que superar a las ya pronunciadas y que habían dejado boquiabiertos a todos. Tenía que declarar la conclusión de su discurso; ¿qué palabras debería ocupar?, ¿qué decir que no haya dicho ya?; ¡una imagen!, pensó. Se acercó al pizarrón verde, tomó un gis (tiza para los extranjeros) y trazó dos líneas paralelas horizontales. El público se alarmó, murmuró y se colocó en pie; las cabezas de todos giraron extasiadas de un lado a otro y apareció la ovación. Los aplausos inundaron la sala y la lata de atún se sentó satisfecha por la suprema inteligencia que le llevó hasta ese sitio.

-Fabio Marco Iván

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